Ya tienes la camiseta de tus sueños, pero no te conformas con eso. Quieres darle tu acabado personal... el toque identificativo que la convierta, sin duda, en única en su especie.
Hay quien abre con tijeras la pieza del cuello para darle un efecto "rasgado silvestre"... a quien le va más eliminarla totalmente... el que dobla la manga hacia arriba y la fija con dos puntadas de hilo... la que se la corta de largo para lucir el ombligo...
Tendrás la imaginación desbordada y las ideas muy claras, pero si por lo que sea estás bloqueado y no sabes hacia dónde tirar, queremos proponerte algunas sugerencias para darle a tu camiseta su remate final, el acabado singular que cambie el rumbo de la moda.
¡Viva la diferencia!
¡O rellénala de otras y hazte un cojín! Utiliza tu camiseta como zapatillas, cepillo de dientes, colador, sombrilla, funda de violín, punto de lectura, yesca...
No uses tu camiseta, en ningún caso, como un trapo cualquiera o cualquier trapo.
Mójala bien en pintura de color atrevido, cierra los ojos y dale, con fuerza, un par de mangazos a la camiseta con buena salpicada generosa. No es cuestión de arrastrar, sino de golpear. También funciona lanzando directamente el bote de pintura desde unos tres metros de distancia. ¡Los acabados te sorprenderán!
Cuando esté cerca, sujeta la prenda por un extremo y atízale suavemente en los morrillos. Se ruega no hacer daño al animal.
El mismo método sirve con el jabalí y la garduña.
Las polillas nocturnas acudirán a comer el algodón (el orgánico les encanta) y las pequeñas crías de la salamanquesa enseguida empezarán a cazarlas, estableciéndose un ciclo de esos muy vitales.
Déjala varias semanas. Desdóblala y póntela. Los huecos son mucho más decorativos que los dejados por ratón o cualquier otro roedor.
Apoya ligeramente la camiseta sobre lava que esté ya solidificándose, no la más tierna. Cuando vaya a arder, apártala y sacúdela al aire o bien sopla bien.
Corre lejos del volcán.